Es cierto: durante 24 años de gobiernos justicialistas en la Provincia de Santa Fe, nunca se advirtió gran vocación por el control ni por la revisión de cuentas.
Por nuestra parte nos hemos visto reiteradamente en la situación de denunciar públicamente ocultamientos y evasión de controles por parte de las administraciones peronistas.
Pero, lamentablemente, las cosas no parecen haber cambiado con este gobierno socialista.
Ocurre que, en verdad, a ningún gobierno le gusta que lo controlen. Porque todos, siempre, tienen algo que esconder.
El problema es que el único gran compromiso que el Frente tenía con la historia santafesina era cumplir su principal promesa de campaña: transparentar los mecanismos del poder.
El oficialismo ha retrasado todas las iniciativas que tienen que ver con control de los actos de gobierno (tribunal de cuentas, sindicatura, enress, publicidad oficial, fondos legislativos). Incluso nosotros señalamos hace tiempo que la designación de un Director de Anticorrupción integrado al Poder Ejecutivo no era una iniciativa demasiado auspiciosa.
Pero lo más penoso es que se defienden con beatífica simpleza: ‘¡por qué nos molestan a nosotros si el justicialismo nunca se dejaba controlar!’. Justamente. Más razones para dejarse controlar. No puede el gobierno defenderse de las acusaciones diciendo que los otros también lo son…
Y hasta ahora, en muchos temas, estamos igual o peor que durante los últimos 24 años.
Es cierto: recién ahora el justicialismo demuestra una republicana vocación por el contralor. Pero ¿por qué no aprovecharla? ¿Por qué no demostrar que lo que se gritaba desde la oposición se hace desde la gestión? Por el contrario, cada vez que ha tenido la gran posibilidad, el gobierno binnerista ha esquivado los controles.
En este caso resulta clarísimo que el justicialismo pretende hacer de la Comisión Bicameral de Control y Revisión de Cuentas un espacio más de confrontación con el gobierno.
Pero bueno, para eso existe la oposición.
La gestión oficialista siempre tiene herramientas para marcar la agenda, para gobernar, para marcar agenda en vez de correr tras los opositores.
Pero nunca puede decirse que los organismos de control sean obstáculos. O mejor dicho: son obstáculos, pero puestos por el espíritu republicano a la vocación de poder ilimitado que tienen los gobiernos.
Ocúpese el gobierno de gobernar y de hacerlo correctamente y sin turbiedades. Así nunca sufrirá ningún problema de control.
Por nuestra parte, nos preocupa la actitud del oficialismo. Si su conducta es negarse a los controles ¿cómo piensa regular estos aspectos en la reforma constitucional que tan fervientemente reclama??
Los organismos controladores de naturaleza técnica deben completar su planta humana por estrictos concursos. Pero los organismos de control de naturaleza política necesariamente tienen que estar en manos de la oposición. Si son unipersonales, el titular debe ser opositor. Si son colegiados, la mayoría debe ser opositora.
No por partes iguales. Sostener eso es no entender la razón de ser de los organismos de control. No. El total, o por lo menos la mayoría, de los integrantes de cada órgano de control, deben ser opositores.
Es la única forma de que quienes controlan no sean meros dactilógrafos de las excusas del gobierno.
¡Qué gran oportunidad para un gobierno que reivindica a Estévez Boero y al fiscal Molinas!
Esperemos que en los próximos días, en un gesto que lo honraría, el gobernador instruya a sus legisladores para que faciliten el control.
Dale Binner, dejate controlar…