CIUDADANOS SOMOS TODOS

Con Dios, Ciudadano Cero

SER
CIUDADANO

En castellano el concepto de ciudadano exige la
ciudad. Decimos que es ciudadano quien vive en una ciudad. Y se interesa por
ella, por lo que pasa en su comunidad.
En latín ‘civitas’ venía de ‘civis’ y no al revés como
pasa en español. La ciudad era donde vivían los ciudadanos. El concepto de
ciudad exigía ciudadanos. Sólo había ciudad si había ciudadanos, hombres que se
agrupaban para vivir. Porque precisamente ‘civis’ venia del verbo ‘ciero’,
agrupar.
De la misma raíz provienen civilización, civil,
civismo, cívico.
Más allá de las perlitas idiomáticas nos interesa
determinar qué significa ser ciudadano hoy.
¿Alcanza con tener reconocidos por el Estado
algunos derechos?
No se es ciudadano por nacer en un lugar, sino por
cómo vivimos en ese lugar.
Porque ciudadano no se nace, se hace.
Decimos que ser ciudadano es ser parte de una
ciudad. Y que la ciudad sólo sea en tanto nos deje ser parte de ella.
Y para ser parte hay que participar.
El viejo Aristóteles decía que ciudadano era aquel
que participaba en la toma de decisiones “es ciudadano el individuo que puede
tener en la asamblea pública y en el tribunal voz deliberante” y, por ende,
decía que sólo en la democracia había ciudadanos.
Entonces ¿cómo hacemos para ser ciudadanos? ¿cómo
tenemos voz en las decisiones?
Ser ciudadano es pensar en el otro, compartir con
el otro, discutir con el otro. Sin otros no hay ciudadanía. Porque para que haya ciudadanía necesitamos conversación.
Y la globalización, que algunos critican tanto,
tiene también su lado bueno, su universalización. Hoy pensar en el otro no es
sólo pensar en nuestro vecino, hoy el vecino es el mundo, estamos próximos al
prójimo que vive en Barranquitas y al que vive en Irak ya que en minutos
podemos contactarnos con ellos, verlos por televisión o por las redes sociales.
Entonces ser ciudadano hoy también es ser ciudadano
del mundo.
Quizás algún día dejemos los tontos patriotismos
para pensar que patria es todo el mundo, que no hay personas mejores o peores
según donde nacieron, que patria es humanidad, como decía José Martí, como
repetía Benedetti.
Y ciudadano es el que se asocia a otros para hacer
cosas juntos, para hacer ciudad. No el aislado, el omnipotente. Uno es
ciudadano cuando se deja convencer por otros, cuando deja de lado sus ideas y
emprende algo en común.
Y para eso hay que poder pensar a mediano y largo
plazo, no pensar sólo en lo inmediato, sino en las consecuencias de nuestros
actos.
Y el ciudadano forma Estado, crea un sujeto
trascendente que decide operativamente por todos. Pero no se desentiende, el
ciudadano controla al Estado y lo des-apodera cuando el Estado no cumple las
funciones que se esperan de él. La creación de Estado no puede ser un cheque en
blanco para que un grupo de parásitos se convierta en ‘clase dirigente’. En la
Ciudad no hay dirigentes, hay mandatarios, delegados, representantes.
Insistamos: ser ciudadano es tomar permanentemente
las decisiones entre todos. Y exigirle a nuestros delegados que rindan cuentas
de si cumplieron o no lo que entre todos decidimos.
Y para ser ciudadano hay que aprender. Porque
dijimos que ciudadano se hace. Porque el que no entiende lo que pasa no puede
decidir. El que no puede leer tiene muchas dificultades para decidir. El que no
puede dialogar no podrá decidir con otros.
Y la primera ciudadanía es la ciudadanía escolar. La institución educativa no es solamente un lugar
que prepara para la convivencia sino donde es posible ejercerla. Y convivencia
no es sólo ausencia de violencia. Convivir es vivir juntos y decidir entre
todos. Este derecho a participar en la toma de decisiones de nuestra ciudad
escolar también debemos defenderlo.
La base de la ciudadanía es la igualdad. Me tomo el
trabajo de cogobernar con vos porque admito que sos igual a mí. Por eso con más
igualdad habrá más ciudadanía, pero también más ciudadanía nos convencerá más
de la igualdad.
El ciudadano no calla. El ciudadano no acepta
pasivamente. El ciudadano tiene espíritu crítico, todo lo discute. El ciudadano
se desgañita, se queda ronco hablando, gritando si es necesario. Pero el
ciudadano no se calla. Porque el que se calla piensa en hacer otras cosas que
no son dialogar y piensa que los demás no se merecen la oportunidad de ser
convencidos.
La ciudadanía se basa en dialogar para hacer
acuerdos y hacer acuerdos confiando en que el otro los cumplirá y esforzándome
para cumplirlos. Así hacemos la ley, y tenemos que someternos a ella hasta que
–por nuevos diálogos y acuerdos- la modifiquemos. Mientras tanto obedecemos la
ley, y aceptamos que hay castigos para quienes no la obedezcan. Y que el
primero que debe cumplir la ley soy yo.
Ser ciudadano es quejarse de lo injusto y promover
su reforma.
Ser ciudadano es no creerse titular de la verdad.
Cuando alguien dice “esta es la verdad” se está negando a que construyamos
dialogando la verdad que compartiremos.
Ser ciudadano es la tarea más difícil y más hermosa de la vida social.
——–
Y, como decimos siempre, los poetas se adelantan a los constitucionalistas. Así que todo ya fue dicho por Serrat y Sabina, en canciones que compartimos:
CIUDADANO (Letra y Música de Joan Manuel Serrat) /
Anónimos y desterrados / en el ruidoso tumulto callejero / con los vientos en
contra va el ciudadano, / los bolsillos temblando y el alma en cueros. / Rotos
y desarraigados, / hablando a gritos, / golpeando los adjetivos
precipitadamente, / asfixiados en los humos y en las gestiones, / se cruzan y
entrecruzan, sordos e indiferentes / a salvo en sus caparazones. / A quién le
importarán / tus deudas y tus deudores / o los achaques de tus mayores. / Así
reviente el señor / de miedo y de soledad. / Con Dios, ciudadano, / ya te
apañarás. / Y se amontonan y se hacinan / encima, enfrente, abajo, detrás y al
lado. / En amargas colmenas los clasifican, / donde tan ignorantes como
ignorados / crecen y se multiplican, / para que siga especulando / con su
trabajo, su agua, su aire y su calle / la gente encantadora… Los comediantes
/ qué poco saben de nada, nada de nadie, / y son / ciudadanos importantes /
Hijos predilectos, / científicos admirados, / tiernos poetas galardonados, /
intermediarios, / ciempiés, / políticos de salón, / y nueve de cada diez
estrellas, lo son.
————
CIUDADANO CERO (Letra y música Joaquín Sabina) / Sé
de nuestro amigo lo que andan diciendo / todos los diarios. / Está usted
perdiendo / su tiempo conmigo, señor comisario. / Era un individuo de esos que
se callan / por no hacer ruido, perdedor asiduo / de tantas batallas que gana
el olvido. / Yo no les pregunto nunca a mis clientes / datos personales, me
pagan y punto… / ¡Pasa tanta gente por estos hostales!… / Nunca dio el
menor motivo de alarma, / señor comisario, nadie imaginó / que escondiera un
arma dentro del armario. / Ciudadano cero, / ¿qué razón oscura te hizo salir
del agujero?, / siempre sin paraguas, siempre a merced del aguacero. / Todo
había acabado cuando llegaron los maderos. / Aquella mañana decidió que había
llegado el momento / Abrió la ventana rumiando que hacía falta un escarmiento.
/ Cargó la escopeta, se puso chaqueta, / pensando en las fotos. / Hizo una
ensalada / de sangre, aliñada con cristales rotos. / Dejó un gato cojo y un
Volkswagen tuerto / de un tiro en un faro;no tuvo mal ojo, / diecisiete muertos
en treinta disparos. / Cuando lo metían en una lechera, / por fin detenido,
ahora decía / sabrá España entera mis dos apellidos’.