Buscando un símbolo

 

 

El intrascendente pedido de informes del senador Mercier y las sorprendentes respuestas del Municipio capitalino y del gobierno provincial.
EL INFORME MERCIER
Aprovechando las vacaciones, traté de ponerme al día con algunas viejas noticias, y algunos proyectos legislativos, que no había tenido tiempo de leer con tranquilidad durante el 2008.
Tuve ocasión de leer (como muchos de ustedes lo habrán hecho en su momento) un pedido de informes del Senador Provincial por el Departamento La Capital, Juan Carlos Mercier, sobre la estrategia ¿publicitaria? de los gobiernos frentistas, el socialista de la Provincia de Santa Fe, y el franjista de su municipio capitalino.
Mercier cuestiona que la “Municipalidad de Santa Fe de la Vera Cruz” ahora se autodenomine “Santa Fe Ciudad”, y que la Intendencia se llame a sí misma “Gobierno de la Ciudad” (expresiones muy similares a las que usa el actual gobierno de la ciudad de Buenos Aires).
Luego, el senador Mercier, cuestiona al Gobierno de la Provincia de Santa Fe por haber eliminado de los avisos y cartelería la bandera y el escudo provincial, y utilizar en su lugar un logo con 5 estrellitas y vistosos colores.
La requisitoria puede considerarse mínima, tonta, hasta intrascendente; pero el legislador tiene todo el derecho a pedir informes sobre todo asunto que crea de interés público.
Las respuestas, para quienes miramos a unos meses de distancia, no se hicieron esperar. Pero, más que la velocidad de las mismas, preocupa su banalidad, ignorancia y agresividad.
PING PONG MUNICIPAL
El Intendente santafesino, en defensa de su estrategia marketinera de innegable tinte macrista, contestó que “sería mejor que Mercier se preocupe de los problemas de la gente y no de si está bien dicho Intendencia o Gobierno”.
Aquí empieza el desconcierto del lector: Si no hay que preocuparse por si es ‘intendencia’ o ‘gobierno’ ¿para qué tanto gasto en publicidad por parte del Intendente para imponer la nueva denominación? ¿por qué tanto gasto en cambiar toda la cartelería, desde los camiones hasta los cestos de basura? ¿por qué tantos diseñadores a sueldo para encontrar logos e imágenes que impongan los nuevos nombres?
Más que preocupación por la imagen, en esta sobreactuación lo que hay es un desprecio de los símbolos, con todo lo que ello implica.
Pero bueno, no parece extraño en un gobernante como el Intendente de Santa Fe, que se precia de que su primer acto de gobierno fue demoler el monumento a la Constitución Nacional que estaba emplazado en la Plaza Constituyentes.
Y lo hizo sin ordenanza, sin audiencia pública, sin respeto a la ley de monumentos y preservación del patrimonio arquitectónico y cultural…
Es que si no nos importa la Constitución ni su monumento, mucho menos habrá de importarnos una ordenanza…
Cuando los vecinos se quejaron –ya tarde, entre los escombros- respondió que lo demolió porque era FEO, porque podían ocultarse allí malvivientes (sumado a la falta de luces que la Municipalidad no repone), y porque si se hiciesen conciertos en el pequeño escenario de la plaza el monumento podía obstaculizar el fluir de la música…
Para ellos todo argumento es bueno. Para ellos, nada importa destruir.
Total, sólo se trataba de un símbolo. De 150 años de historia que cualquier intendente de una pequeña ciudad puede abolir si a él no le gusta. Al fin y al cabo, considera que fue elegido para hacer de su gusto personal una norma general. Para gobernar sin atarse a las ideas de los vecinos.
Luego, preocupado por las críticas, prometió instalar en algún lado un parque temático sobre la Constitución, similar al de la Bandera en Rosario, el cual seguramente será lindo, no permitirá que se oculten malvivientes, y facilitará la música de Santa Fe.
Pero primero rompen todo lo que está. Los políticos todo el tiempo creen que están refundando la ciudad, la Provincia, el País. “He aquí que hago nuevas todas las cosas”.
PUM PUM PROVINCIAL
Más llamativa aún fue la respuesta de un Sr. Daniel Cabanal, que ostenta el sello grandilocuente de “Sub-Secretario de Comunicación Visual y Gestión de Imagen de la Provincia de Santa Fe”.
El lector tiembla de emoción: no sabía que el gobierno tenía oficinas para tan importantes fines.
Dijo este funcionario público, con una ausencia notable de mesura, que Mercier, por sus vínculos con la dictadura, confunde ‘Provincia’ con ‘Gobierno’. Lo trata de ‘golpista confundido’. Y a partir de allí, en su respuesta institucional a la Legislatura, esboza un argumento básicamente ‘ad hominem’ (sobre el hombre que cuestiona) y no sobre lo que se le preguntaba.
Mayor desconcierto del lector: ¿qué tiene que ver el escudo con las cuatro témporas? Si el Senador colaboró con la dictadura es algo detestable. Pero no puede contestarse a un cuestionamiento queriendo confundir, llevando la discusión hacia otros ámbitos, o cuestionando a la persona del emisor del planteo.
Nada en esa respuesta es muy democrático, y sí era esa estrategia discursiva una práctica habitual en la dictadura que el Sub-Secretario piensa combatir con su furibunda nota.
La virulencia de la respuesta sólo puede explicársela el lector pensando que el trabajo del funcionario depende de esas estrellitas de colores alegres, y que el Escudo provincial es quien quiere quitarle la comida a sus hijos.
CONCLUSIONES POCO FELICES
La Constitución Nacional, y la Provincial, establecen los nombres que deben usar los distintos niveles estatales, y sus gobernantes.
También establecen los símbolos, y los lemas que –por motivos de hondas raíces históricas- acordamos utilizar entre todos los ciudadanos, independientemente de los gobiernos de turno.
Pero nada de esto alcanza cuando un político quiere hacerse una identidad pública a costa de la pauta publicitaria estatal y de la imagen pública.
Es que, a decir verdad, los únicos que confunden ‘Gobierno’ con ‘Estado’, son los gobernantes.
Y no sólo estos. Todos. Siempre.
Porque creen que SU gobierno, es EL Gobierno. Y entonces, quieren su propia imagen, su propio logo, su marca indeleble en la historia.
Pobre Estanislao López, qué pavote, no se le ocurrió patentar su efigie, ni sus lanzas, ni ponerle caritas sonrientes a las ancas de sus caballos…
Es que lo peor de todo es esta sensación del lector: los que malgastan tiempo y dinero en estas cosas, nos quieren convencer de que con hacer esto ya están gobernando.
Es como reza aquella ley de Murphy: “Cuando sea jefe, cambie los horarios de café, el día de limpieza, y el lugar de todos los muebles. Nadie podrá decir que Ud. no hizo cambios”.
¿Qué nos pasa a los santafesinos?¿Creemos que con sólo borrar el pasado podremos evadir sus herencias al presente? ¿Vivimos 24 años en coma y ahora padecemos amnesia? ¿Los gobiernos justicialistas fueron parte de una invasión marciana con la que no tuvimos nada que ver los ciudadanos?
Y ahora ¿los gobernantes frentistas salieron de un repollo o se criaron en una isla del Delta? ¿no tuvieron ninguna complicidad en todos estos años, fueron siempre eficientes y probos? ¿O impregnados de mesianismo vienen a mostrarnos que todo debe hacerse de nuevo y distinto?
A todos nos hace falta madurar, y hacernos cargo del pasado, para poder enfrentar el presente con realismo y construir el futuro que queremos. Para eso sirve la tradición, para eso sirve recordar que hubo historia, que esta Provincia existe hace mucho y que la hicieron ‘invencible’ otros próceres, y no los que ahora se postulan como tales.
Por eso preocupa la falta de respeto a los símbolos, a los nombres, a las imágenes de nuestra devoción laica, cívica, porque es indicativa de algo más grave: una falta de respeto a las normas, a las instituciones, a los consensos mantenidos a lo largo de generaciones… a todo aquello que los mismos gobernantes deberían custodiar.