Votar y elegir

solamente una urna

El voto como una expresión más de participación
Intentemos pensar acerca de la importancia del sufragio.
Permítasenos decir, inicialmente, que no consideramos muy importante al acto aislado de votar. Es más, quien esto escribe, está absolutamente convencido de que el voto debe ser optativo.
Cuando la reforma de 1994 incorporó el carácter obligatorio del voto como requisito constitucional en el artículo 38, creo que se nos privó a los argentinos de la posibilidad de discutir más libremente si es justo que seamos forzados a expresarnos sobre la selección de dirigentes. Cuando Alfonsín negocia no prohibir la transferibilidad del sufragio (ley de lemas) a cambio de asegurar su obligatoriedad, perdimos una oportunidad de ser más libres y más conscientes.
Pero sí consideramos que colocar la boleta en la urna es una forma más de hacernos parte en las decisiones de la comunidad que integramos.
Los votos, decían los originarios socialistas franceses, son piedras de papel. Son la forma civilizada de hacer revoluciones. Y si bien no debemos renunciar a otras formas de cambiar las cosas, votar es un mecanismo más para ser parte de las decisiones colectivas.
Y esto es lo importante. Debemos participar de todos los modos posibles en la vida del cuerpo social. Debemos militar en agrupaciones políticas, pero también en todo tipo de grupos que busquen mejorar las condiciones de vida, hacer un mundo más justo, ayudar a los débiles, expresar a las minorías, reformar las costumbres, modificar las normas.
Debemos informarnos y opinar sobre todos los temas que trascienden a nuestra mera individualidad. No podemos renunciar a las noticias, ni a pensar sobre temas que nos atañen como grupo. Siendo humanos, nada de lo humano puede sernos ajeno.
Y también debemos vivir en permanente alerta, en actitud de control, para exigir del Estado, y de quienes circunstancialmente lo conducen, el cumplimiento de las obligaciones que al elegirlos se les asignaron.
Quienes así viven, militan la vida y participan todo el tiempo. Y saben que el día de las elecciones sólo realizan el más cómodo y cicatero acto de su participación cotidiana. Porque democracia es más que votar; porque elegir, elegimos todos los días.