Somos un pueblo de culebras gobernadas por sapos

(nota vinculada a las declaraciones de Binner cuando Reutemann ganó las elecciones de Senador en 2009, dijo que los santafesinos sufríamos síndrome de Estocolmo)

Es un saber ancestral del hombre de campo, más mitológico que real, que el sapo puede matar a la culebra. Traza un círculo de baba en torno a su enemiga y ella, fascinada, desconcertada, no se anima a salir del círculo hasta que muere. Modernamente, la leyenda fue rockeada por Fito Páez en la hermosa “Sasha, Sissí y el círculo de baba”.

Hay algo de fascinación también en el canario que ve al gato frente a sí, y no atina a moverse. Como frente a la luz los animales de monte, que antideportivamente cazan con faroles los Nemrod urbanos.
Y es imposible evitar esta sensación de culebras aterrorizadas.
Nuestros enemigos mortales son los mismos que primero nos enamoran. No es que seamos tontos o enfermos, como sugirió el gobernador Binner, es que creemos en la literalidad de las promesas.
Y de nuestra fragilidad, todos los políticos se aprovechan, incluso el ‘socialista’ que hoy se queja de nuestras opciones.
La verdad es que la gente elige lo mejor que puede, de acuerdo a la información con la que cuenta, y a veces puede criticarse lo que elige, pero la mayoría siempre es sabia en lo que descarta.
Quizás no fue bueno elegir a Binner para que gobierne la Provincia. Pero sí fue inteligente desechar a un peronismo que había agotado la paciencia institucional de los santafesinos, que querían una renovación, un aire nuevo. Quizás ahora no fue bueno elegir a Reutemann como senador, pero la gente quiso señalar claramente su rechazo por las otras opciones.
Al fin y al cabo, el repertorio de propuestas es limitado, encima de pobre. Y la opción que siempre queda es votar al contrario, por malo que sea, para mostrarle al otro que su versión de la historia es rechazada.
Y además, el voto por la oposición, es la mejor manera que tienen los pueblos para golpear a los oficialismos, para advertirlos, para requerirles un cambio.
Y es en el voto donde la gente hace real lo imaginario, hace hechos las palabras. Y ya ahí de nada sirve que el oficialismo frentista haga operaciones en los medios porteños indicando que su lista ganó las elecciones, porque los votos se cuentan, y son verdades de papel puestas en las urnas que destrozan toda ficción de neón.
Si el ‘socialismo’ no revierte su modo de gestión, sus banalidades seudoprogres, si no dejan de usar como único argumento para todo ‘peor eran los otros’, si no tratan mejor a la gente, si no dejan su actitud de ‘buenos incomprendidos’ rodeados de ‘tontos codiciosos’, si no dejan las cortinas de humo y las promesas nunca concretadas, si no pasan de la ficción a la realidad, si no empiezan a gobernar en lugar de declamar, quizás 2015 sea peor que 2009.
Porque algún día, la culebra desesperada puede salir de su círculo, y romper la maldición, sin decir palabras, con su silencio mortal.
Pensar que no dijo nada la mañana que lo vi, pensar que él amaba tanto a su divina Sissí…