Nuestra indudable soberanía territorial sobre esa tierra cruzando el mar

Los argentinos no renunciamos, no podemos hacerlo, a reclamar en todos los foros la soberanía que tenemos sobre ese pedacito de tierra que nos fue arrebatado hace ya tantos años, a ese pedacito de país allende ‘el mar’.
Seguiremos considerando que esa tierra es nuestra, que forma parte de nuestro patrimonio, que está dentro de la herencia que nos dejaron los conquistadores.
Por algo esa ínsula está dentro de nuestro mar territorial…
Porque habiendo pertenecido al Virreinato del Río de la Plata, por una suerte de continuidad jurídica, nos sigue perteneciendo a quienes sucedimos -revolucionariamente- a los virreyes.
Nos negamos firmemente a aceptar que casi doscientos años de que otro Estado controle sus calles, o le dicte leyes, pueda influir sobre nuestra reivindicación. Desconocemos que la soberanía sea un ejercicio de poder sobre un territorio. Desconocemos la idea de usucapión nacional y de conquista. Consideramos que  los límites nacionales en el mundo se deberían fijar por consensos civilizados sin fuerzas militares de por medio.
Desconocemos que la soberanía sea un acuerdo prevaleciente entre la población. Porque tampoco admitimos que por el solo hecho de que otra gente, no argentinos, vivan allí, eso haga de su tierra un país aparte. Y por más que todos allí no quieran ser argentinos, insistiremos en nuestro reclamo. Diremos que ellos son víctimas de colonialismo y que volver a hacerlos argentinos sería redimirlos. Su voluntad como pueblo, en definitiva, no es  importante para nosotros.
Que tengan otra cultura, construida durante dos siglos, no significa nada para nosotros. Que hablen tan distinto a nosotros, o que tengan otros próceres, o que se crean un país mucho más culto y civilizado, no nos hará mella.
Nosotros insistiremos por toda la eternidad en que esas tierras, del otro lado del mar, son nuestras. Y que nos las tienen que devolver.
Porque en ese reclamo va parte de nuestra identidad como nación. Va parte de nuestro orgullo. Va en ello nuestra añoranza de pasada nobleza de capital del reino. Y quizás hasta la ansiedad acumuladora del inmigrante le brinda nuevos bríos a nuestra pretensión.
Que un gobierno entreguista y antipopular, presidido por un vicioso y con negociadores corruptos, haya abandonado la causa, o la haya perjudicado, no es algo de lo que debamos hacernos históricamente cargo.
Que hayan renunciado ellos a esas tierras tan valiosas es algo que debemos rediscutir. No hay por qué aceptar los errores de los gobiernos anteriores (en este punto no admitimos continuidad jurídica ninguna).
Hemos pasado por distintas etapas: hemos cortado las relaciones y los hemos insultado un tiempo; en otros momentos hemos intentado seducirlos, le hemos llamado hermanitos, hemos rescatado nuestra cercanía y nuestro origen común; los hemos ignorado; los hemos negado.
Seguiremos insistiendo por siempre en algo tan básico pero (para nosotros) tan contundente: eran nuestras. Nuestros ancestros españoles arrebataron esas tierras a sus pobladores aborígenes. Nosotros se las quitamos-heredamos a los realistas. Fueron nuestras durante unos pocos años. Nos las arrebataron a nosotros hace cientos de años. Y queremos que todos admitan que siguen siendo nuestras.
Pero nada. Hasta hoy no se visualiza la posibilidad de que vuelvan a ser parte de Argentina. Pero no nos cansaremos. Seguiremos reclamando por nuestra patria grande…

¡Devuélvannos Uruguay!

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Post scriptum: para aquellos que estén con muchas ganas de que se devuelvan los territorios nacionales ganados por las armas, les aporto este mapa:

La zona anaranjada marcada con líneas, dentro de Argentina, provincia del Chaco, es el pedazo de tierra paraguaya que le arrebatamos a los hermanos paraguayos en la guerra de la Triple Alianza, en 1870, luego de exterminar al 90% de sus varones adultos…
Como todavía la estamos reteniendo, un lindo gesto sería devolverla, y entonces sería más legítimo pedir que nos devuelvan Malvinas…